Lirio-de-sangre-FC

-¡Emperor, cúbreme! -le gritó al micrófono que iba unido a sus cascos. El caballero oscuro atacó como un endemoniado al troll el doble de alto que él. El brujo lanzó sus hechizos desde la distancia, minando la vida y resistencia del monstruo. -Evil, ¿te ocurre algo hoy? -se interesó 3mp3r0r. -¿Eh? ¿Por qué lo preguntas? -contestó EvilGenius moviendo el ratón para que su personaje recogiera todos los objetos que expulsó el enemigo al morir. -Estás más disperso, y temerario -escuchó responder a su amigo por los auriculares. -Ah, bueno... Es que hay gente e

Vanessa se consideraba la mejor soldado con la que contaba el GL. Era atlética, fuerte, rápida, contaba con un buen chorro de magia que había aprendido a utilizar a pleno rendimiento y su poder natural dificultaba mucho el que alguien la engañara con disfraz o la atacara por la espalda. Pero, por los mismos motivos, sus propios compañeros nunca se habían fiado del todo de ella. Por no decir que siempre tenía que llevar gafas tintadas para ocultar, o por lo menos disimular, el color de sus ojos. Cuando aquella mañana el Comandante la había enviado a custodiar una villa en mitad de la nada al sur de

Es curioso cómo somos las personas, humanas o no. Nos acostumbramos a lo que sea, al cabo de un tiempo todo nos parece normal y justificable. Nos olvidamos de lo que realmente significa la magia, esa inocencia y esa crueldad, esa creencia de que todo es posible, de que los límites los creamos nosotros, esa sensación de que le debemos la vida a fuerzas inexplicables. No, dioses no, no algo tan racional como ellos. Algo más… ¿espiritual? El caso es que a la gente no nos gusta saber que hay seres por ahí a los que, en caso de necesidad, no podríamos matarlos, ni recurrir a rituales para apa

–¿Cómo que…? Claro que te besé queriendo, sé que no fui a elegir el mejor momento… –¿Me estás diciendo que fue casualidad? –continuó sin piedad. –Si él estaba esperando ahí fuera y justo yo… –A eso me refiero, a que justo tú vinieras a besarme. Y, además, dos veces, las justas para que él pudiera entrar y salir. –¡Amanda! –se puso en pie de un salto–. ¿Estás acusándome de haberlo dejado entrar? –preguntó atónito. Ella frunció el ceñ

El interior del Pabellón de Trajes estaba silencioso y en penumbra. Secretamente, se lamentó de que el vampiro no se encontrara allí, ya que eso significaba que tendría que adentrarse en el solitario lugar para buscarlo. Esquivó las inestables torres de papelajos y pasó al corredor, donde todas las puertas estaban cerradas. Se detuvo unos segundos en lo alto de las escaleras con el corazón en un puño, las tinieblas eran demasiado densas abajo. Suerte que su poder natural ayudara. Bajó los escalones con pies de plomo y empujó el portón para acceder a la enorme estanci

La pelirroja se encerró en su habitación. Suspiró al ver todo el desorden a su alrededor, libros abandonados de la escuela a la cual también había dejado de lado, ropa en el suelo, platos y vasos vacíos, una columna de discos mal acomodados que había conseguido de contrabando, una librera con un montón de chunches que no pudo distinguir de lo amontonados que estaban, un tocador con el poco maquillaje que utilizaba, más sus utensilios de higiene personal. Le entró el pánico al imaginarse la escena de lo que pudiera pasar el día siguiente.  Iba a tener visita, y eso no era un suceso común en su vida, de hecho, la última vez que alguien la habí